lunes, 17 de mayo de 2010
jueves, 13 de mayo de 2010
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Resurge el fantasma de la masacre de las Dos Erres
Palabras de papel
Resurge el fantasma de la masacre de las Dos Erres
Eduardo Villatoro
Si de algo no se puede tildar al diario El Nuevo Herald, que se edita en la ciudad norteamericana de Miami, es que sea de tendencia izquierdista (o liberal, como se les llama en Estados Unidos), de manera que cuando publicó la noticia referente a la captura de tres inmigrantes guatemaltecos que pertenecieron a la unidad de kaibiles que cometieron la masacre en la comunidad las Dos Erres, amplió la información con toda la objetividad posible, al actualizar ese aterrador asesinato masivo que aún nos conmueve a muchos guatemaltecos por la crueldad y el sadismo de la soldadesca contra todos los habitantes de esa aldea.
Comienza así el reporte firmado por Alfonso Chardy, del miércoles 5 de este mes: "Durante tres días a principios de diciembre de 1982, 17 soldados del comando especial conocido como kaibiles llegaron al pueblo de Dos Erres en la selvática zona tropical de Petén, en la región nororiental de Guatemala
"Casa por casa, presuntamente vestidos como guerrilleros, los soldados despertaron a los habitantes... Entonces comenzaron a matarlos a balazos, golpeándoles en la cabeza o arrojándolos vivos a un pozo profundo.
"Finalmente, al abandonar Dos Erres, los soldados mataron a más gente que encontraron en el camino. Los cadáveres de las víctimas del pueblo fueron echados al pozo. Los otros fueron abandonados entre matorrales cerca del camino o dejados allí mismo".
Probablemente los guatemaltecos de las nuevas generaciones, los jóvenes de ahora que ignoran lo sucedido durante la guerra interna y los adultos que sí se enteraron de la represión militar, desconocen que, como lo aclara Chardy, la investigación realizada señala que los soldados pertenecían a un grupo de 58 que había sido aerotransportado a la región el 4 de diciembre. Para vergüenza de la Humanidad, los kaibiles asesinaron por lo menos a 251 niños, mujeres y hombres en una de las peores masacres de la guerra civil, que dejó más de 240 mil muertos a lo largo de 36 años.
En una acción que dignifica al ordenamiento de justicia de Estados Unidos, especialmente en lo que respecta a la criticada política migratoria, el miércoles de la semana anterior agentes especiales de la Policía de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) localizaron a tres inmigrantes guatemaltecos que pertenecieron a la unidad de kaibiles que cometió la masacre: Gilberto Jordán, Jorge Vinicio Sosa Orantes y Pedro Pimentel Ríos.
Según El Nuevo Herald, Jordán voluntariamente admitió su participación en la tragedia. De acuerdo con la declaración jurada del agente especial de ICE Jon A. Longo, este ex kaibil arrojó un bebé al pozo, tomó parte en otros asesinatos y llevó al pozo a personas que fueron masacradas allí. "La masacre de Dos Erres fue un momento negro para el pueblo de Guatemala, y no permitiremos que presuntos perpetradores escapen a la justicia refugiándose en nuestras ciudades y pueblos", declaró el fiscal federal de Miami, Wilfredo A. Ferrer.
Investigadores de la OEA y de Amnistía Internacional y otros grupos de derechos humanos han entrevistado a sobrevivientes y ex militares, y algunos de los detalles de la masacre están contenidos en un documento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos publicado en 1998.
Uno de los testimonios es el de Favio Pinzón, kaibil que describe cómo vio a otros soldados asesinar a los pobladores de Dos Erres. Lean parte del espeluznante relato: "Después de la reunión sostenida por oficiales en la cual se decidió matar a todos los habitantes del pueblo, como a las 2 de la tarde comenzaron las ejecuciones, con un niño de tres o cuatro meses, que fue echado vivo al pozo, y continuaron con todos los demás niños. Los adultos fueron detenidos en la iglesia Evangélica. Se podía escuchar a la gente orando para que no pasara nada y encomendándose a Dios".
Una infamia que por dolorosa que sea, no debemos olvidar. ¡Nunca más debe suceder!
Fuente: Opinión, La Hora
Jueves, 13 de Mayo de 2010
"Casa por casa, presuntamente vestidos como guerrilleros, los soldados despertaron a los habitantes... Entonces comenzaron a matarlos a balazos, golpeándoles en la cabeza o arrojándolos vivos a un pozo profundo.
"Finalmente, al abandonar Dos Erres, los soldados mataron a más gente que encontraron en el camino. Los cadáveres de las víctimas del pueblo fueron echados al pozo. Los otros fueron abandonados entre matorrales cerca del camino o dejados allí mismo".
Probablemente los guatemaltecos de las nuevas generaciones, los jóvenes de ahora que ignoran lo sucedido durante la guerra interna y los adultos que sí se enteraron de la represión militar, desconocen que, como lo aclara Chardy, la investigación realizada señala que los soldados pertenecían a un grupo de 58 que había sido aerotransportado a la región el 4 de diciembre. Para vergüenza de la Humanidad, los kaibiles asesinaron por lo menos a 251 niños, mujeres y hombres en una de las peores masacres de la guerra civil, que dejó más de 240 mil muertos a lo largo de 36 años.
En una acción que dignifica al ordenamiento de justicia de Estados Unidos, especialmente en lo que respecta a la criticada política migratoria, el miércoles de la semana anterior agentes especiales de la Policía de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) localizaron a tres inmigrantes guatemaltecos que pertenecieron a la unidad de kaibiles que cometió la masacre: Gilberto Jordán, Jorge Vinicio Sosa Orantes y Pedro Pimentel Ríos.
Según El Nuevo Herald, Jordán voluntariamente admitió su participación en la tragedia. De acuerdo con la declaración jurada del agente especial de ICE Jon A. Longo, este ex kaibil arrojó un bebé al pozo, tomó parte en otros asesinatos y llevó al pozo a personas que fueron masacradas allí. "La masacre de Dos Erres fue un momento negro para el pueblo de Guatemala, y no permitiremos que presuntos perpetradores escapen a la justicia refugiándose en nuestras ciudades y pueblos", declaró el fiscal federal de Miami, Wilfredo A. Ferrer.
Investigadores de la OEA y de Amnistía Internacional y otros grupos de derechos humanos han entrevistado a sobrevivientes y ex militares, y algunos de los detalles de la masacre están contenidos en un documento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos publicado en 1998.
Uno de los testimonios es el de Favio Pinzón, kaibil que describe cómo vio a otros soldados asesinar a los pobladores de Dos Erres. Lean parte del espeluznante relato: "Después de la reunión sostenida por oficiales en la cual se decidió matar a todos los habitantes del pueblo, como a las 2 de la tarde comenzaron las ejecuciones, con un niño de tres o cuatro meses, que fue echado vivo al pozo, y continuaron con todos los demás niños. Los adultos fueron detenidos en la iglesia Evangélica. Se podía escuchar a la gente orando para que no pasara nada y encomendándose a Dios".
Una infamia que por dolorosa que sea, no debemos olvidar. ¡Nunca más debe suceder!
Fuente: Opinión, La Hora
Jueves, 13 de Mayo de 2010
martes, 4 de mayo de 2010
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